Hace ya un tiempo que estoy triste por el tema de la Ley de la Dependencia.
Es triste ver como una Ley, que ya nació "corta" para cubrir las necesidades de todos los dependientes de este país, ha sido poco aplicada por varias Comunidades Autónomas, se ha tenido que exigir, en muchos casos su cumplimiento y hemos asistido al contínuo retraso en el abono de las cuantías a los beneficiarios.
No quiero olvidar a aquellos dependientes, en su larga espera para poder ser valorados como tales. Muchos de ellos han perdido la vida esperando esa valoración, de forma que no han llegado a ser reconocidos como dependientes. El tiempo en que han permanecido en situación "no reconocida" de dependencia, no consta oficialmente en ninguna estadística o registro administrativo, a pesar de la existencia de la misma, y por la que no han visto un solo euro.
Si a todo lo expuesto, añadimos los recortes actuales al sistema, es lógico entender mi tristeza, y más la que sentirán los afectados y sus familiares y/o cuidadores.
Sé de lo que hablo, porque viví muy de cerca la dependencia de una familiar muy allegado, el cual falleció tras 10 meses de larga enfermedad, tiempo durante el cual, esperó ser valorado, durante todo ese tiempo, por su discapaciad superior al 75% (gran dependencia, máxima valoración y máxima cuantía de pensión), sin que llegara a conseguirlo. Menos mal que los familiares pudieron hacerse cargo de todos los gastos. No se puede consentir que se demore más de 10 meses la valoración de la dependencia y su grado.
Hay que reseñar que no todo el mundo puede económicamente hacer frente a los innumerables costes que una dependencia de ese tipo genera (grúa para movilizarlos, camas especiales articuladas, exoprótesis especiales, y un sinfin de material que permiten el cuidado y la asistencia de estas personas y mejora la calidad de vida de las personas dependientes y la de sus cuidadores)
Repito, me siento muy triste, espero que algún gobernante tenga la sensatez necesaria para darse cuenta, que las personas dependientes y sus cuidadores, necesitan ayuda y que los recortes no pueden aplicarse sobre las ayudas sociales. Hacer lo contrario es ANTISOCIAL, INHUMANO Y ANTIJURÍDICO.
Y no solo estoy triste, también estoy avergonzada de la clase política que adopta medidas de recorte de este tipo.
Siento expresarme así, pero mi tristeza me ha llevado a ello. Perdón por la dureza de mis palabras.